domingo, 29 de mayo de 2011

"La crisis no es un fenómeno meteorológico, tiene culpables". Entrevista a Ricardo García Zaldívar

Ricardo Zaldívar, Doctor en Economía. Profesor de la Universidad Carlos III y presidente de Attac España



ANA FLORES Madrid 29/05/2011 

Alza la mano en la plaza del Carmen de Madrid. A debate, el funcionamiento de los sistemas financieros. Qué es un banco público, qué una caja, qué diferencia la obra social de la función social, por qué es un error creer en el poder de los ciudadanos para sacar todos a una el dinero de los bancos... Un doctor en Economía, profesor en la Universidad Carlos III de Madrid, inmerso, megáfono en mano, en el mundo asambleario que se ha tejido enganchado a la bobina de Acampada Sol. En busca de los oídos que lleva tanto tiempo recolectando el movimiento Attac desde su nacimiento en Francia por impulso de Ignacio Ramonet desde las páginas de Le Monde diplomatique. De repente, ciudadanos concentrados (física y mentalmente) para aprender y después actuar. 

¿Cuál es el leitmotiv de Attac?

En 1997, Ignacio Ramonet, al ver la crisis en el sudeste asiático, planteó que había que organizar a la sociedad y movilizarla contra la especulación. La propuesta bandera era aplicar un impuesto a las transacciones financieras (ITF), recuperando la idea del economista estadounidense, Nobel de Economía, James Tobin. En España, Attac surgió en el 2000 y está en casi todas las autonomías. 

Angela Merkel, Nicolas Sarkozy, el Parlamento Europeo, el Congreso de los Diputados español... Muchos han apoyado la tasa Tobin. ¿Por qué no sale adelante? 

Para Attac, Tobin es un impuesto, no una tasa. En España se tradujo así por la similitud de la palabra francesa e inglesa pero su recaudación no tiene finalidad concreta como las tasas, su destino se decide con el resto de los Presupuestos. La idea de Tobin, que era crear un impuesto a las transacciones cambiarias, viene de 1971, cuando Nixon acaba con los acuerdos de Bretton Woods y el dólar deja de tener el respaldo del oro. Desde ese momento, EEUU, con graves problemas por Vietnam, podía darle a la máquina de hacer dólares sin corrección. Esto provocó una especulación brutal con las divisas. Cuando en los albores de la presente crisis se retoma la idea, se ve que hay que ampliarla a las transacciones financieras en general. Detrás está el objetivo de combatir la especulación, idea central de Attac. Hemos estado mucho tiempo intentando que la sociedad entienda por qué el impuesto es útil para combatir los problemas que provocan las políticas neoliberales. Los sindicatos lo llevan ahora en sus propuestas. Para que el PSOE apoyase en marzo la proposición no de ley de IU-ICV se sufrieron dos derrotas en las que votó en contra. 

¿Ve cerca la aplicación real?

Estamos lejos pero estamos más cerca que antes de que, en Europa, como paso previo a su adopción en el mundo, se introduzca un ITF, que las finanzas paguen, que contribuyan también. Ahora, gracias a los paraísos fiscales, no contribuyen. Muchos países lo han entendido y lo apoyan. 

Si el impuesto se aplica a todas las transacciones, afectará también a las ligadas a la economía real.  

Estamos hablando como mucho de un impuesto del 0,1%. Los especuladores, que pueden hacer entre 100 y 200 transacciones semanales, pagarán mucho más. Alguien con un capital de 100 millones de euros en constante movimiento no paga un 0,1% y ya está, como sí ocurre si alguien hace por ejemplo una inversión en el sector de la minería chilena. El especulador paga un 0,1% cuando compra yuanes, otro cuando cambia ese mismo capital por yenes, otro cuando ese mismo día compra bonos porque van a subir de precio... Llegará un momento en que se pensará si seguir especulando. Se recauda con el impuesto, pero lo importante es que se va al corazón de la especulación y la desincentiva. Y también que acerca las finanzas a la economía productiva y real, no a la virtual y especulativa. 

PP y CiU no apoyaron el impuesto en el Congreso. ¿Sus victorias electorales no ponen en riesgo que España lo apoye? 

El campo de juego en este momento es Europa. Sarkozy, Merkel y algunos otros, que no son socialdemócratas ni de izquierdas, lo defienden porque la crisis les ha hecho entender ciertas cosas. El PP es aquí contrario pero ya veremos cuando gobierne si lo apoya o no en Europa. En cualquier caso, hay una decisión tomada por el Parlamento español y el 24 de junio hay un Consejo de Europa que tiene que pronunciarse. Somos bastante optimistas. Su implantación puede tardar uno o cinco años pero acabará siendo como el IRPF, que ahora nadie lo discute, ni la izquierda ni la derecha. 

En Acampada Sol' se han oído ideas imposibles, como la de sacar el dinero de los bancos. 

En las asambleas de Acampada Sol ha habido mucha gente muy ávida de conocer, que tiene pasión por entender las cosas. Por eso nos hemos metido tan de lleno. La primera asamblea fue un desastre y planteamos con otros que se explicasen las cosas. No se le puede decir a la gente que saque el dinero de los bancos. Primero hay que entender cómo funciona el sistema financiero. Hay que explicar por qué defender una banca pública que coexista con la privada y por qué deben tener control ciudadano. Hay propuestas que parece que la gente quiere meter con calzador. Cuando la gente entiende, nacen las buenas propuestas. Esa es la función de Attac: difundir una forma de entender la sociedad para movilizarse. 

¿Qué otras líneas defienden? 

Hay una ofensiva de las finanzas por arrastrar a su lógica, que aplica el tipo de interés a todo, los servicios públicos: sanidad, educación, agua. Tenemos una fuerte batalla contra la privatización del Canal de Isabel II, que tiene una gestión impecable y se está entregando al negocio financiero. 


Ha sido admitida a trámite, es decir, hay materia. Se habla de la crisis como si fuese un fenómeno meteorológico, donde no ha intervenido el hombre. Y tiene culpables. Ponerles cara es otra de nuestras funciones. Agencias de rating, bancos de negocio como Goldman Sachs... Tenemos el doble objetivo de que avance el proceso jurídico y de que sirva para fortalecer el tejido social, con menos consumidores y más ciudadanos.

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